miércoles, 11 de febrero de 2009

La Lengua que Sabía Leer


La utilizaron para subir la temperatura a los besos, saborear la comida, pegar estampillas en sobres listos para viajar. Fue gestora de idiomas, centro de gravedad en la articulación del lenguaje. Ella fue muchas cosas - es muchas cosas.
Hoy saluda a los navegantes sedentarios que conocen el mundo a partir de su escritorio y les dice: "Yo también se leer; hoy me poso encima vuestro, humedezco cuerpos. Como una mosca, vomito sobre vosotros y después os engullo. Esta es la única manera en que puedo comprender esa maraña de símbolos en la que estáis enredados."

El Desahogo de Los Leidos


Pobre lengua, hablando con una autoridad que nunca tuvo. Poco tardó en darse cuenta que alguien la encañonaba; no había terminado de medir el efecto de sus palabras cuando sintió un hierro frío en la nuca.

Ahí está él, sicario omnipresente. Se llama Idiolecto y fue convocado por una multitud de lectores leídos que se ahogaban en el vómito pretencioso con que los había cubierto la lengua. El no tiene una cara estable. En el momento de aproximarse a la lengua las facciones de una joven mestiza definían los gestos del acecho; cuando el dedo de hierro, cañón del juicio, llegó a las cervicales de su víctima, el rostro de la amenaza era el de un viejo de aires mediterráneos. Al girarse, la lengua no vió solo una cara: millones de ojos la miraron en ese instante desde el cuerpo del sicario; millones de dedos se unificaban en esas falanjes que constituían el arma del asesino; dedo de hierro, dedo del juicio.

Y salió el disparo sin ruido ni silenciador.

“Estáis enredados…” el eco de sus palabras todavía sonaba; esa forma de flexionar el verbo, ese “estáis” tan extraño para muchos de nosotros (lectores leídos a fuerza de vómito), seguía moviéndose por el aire cuando el cuerpo que lo emitió calló al vacío. Muchos celebraron; otros, aquellos que habían estado nadando a gusto entre los jugos gástricos de la lengua y se dejaban leer así porque así leían, aquellos se sintieron abandonados, huérfanos.